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Ser futbolista en el Perú: la ruta de 6 mil soles de inversión al año y una década de sacrificios donde no basta el talento – Diario Depor
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En su última conferencia de prensa, Ricardo Gareca, técnico de la selección peruana, sostuvo no existe una política deportiva que eduque y forme a los nuevos valores para la alta competencia. “Perú necesita que los chicos compitan y la única manera de que lo hagan es el deporte y la educación”, indicó el ‘Tigre’. Pero, ¿Qué tan cierto es esto? Depor comprobó, con las voces de expertos en el fútbol formativo, que el entrenador tiene toda la razón, pero que todo esto también está acompañado de una inversión de dinero muy alto, que en muchos casos deberá salir del bolsillo de la familia.
Y es que, en nuestro país, el apoyo a las divisiones menores es casi nulo o inexistente. Para muestra un ejemplo: convertirse en un futbolista profesional aquí supone una tarea titánica que no todos logran conseguir. ¿Cuánto cuesta en dinero y esfuerzo a un chico de 6 o 7 años pasar de menores hasta llegar a Primera División?
En el Perú, el primer paso para el camino hacia la profesionalidad en el balompié es inscribirse en una academia (fútbol recreativo) o una escuela deportiva (fútbol competitivo). Por ello, es común ver que los padres de familia coloquen a sus hijos en estos lugares desde temprana edad y de acuerdo a sus posibilidades económicas, pues los precios son distintos y la oferta es muy variada.
La Federación Peruana de Fútbol (FPF), previo al Mundial Rusia 2018, tenía mapeadas más de 300 academias y escuelas de fútbol en el mercado nacional; no obstante, esta cifra ha ido aumentando con el pasar de los años y no es posible determinar la cantidad exacta debido a que estos negocios son particulares.
Dentro del mercado destacan los tres grandes del fútbol peruano: Alianza Lima, Universitario de Deportes y Sporting Cristal, quienes reciben a los menores en sus respectivas sedes para iniciarlos deportivamente y son el destino más atractivo debido al hinchaje de los padres. Pero también están instituciones como la Academia Cantolao, que posee un prestigio formativo desde hace varios años y su sistema de trabajo se da a través de franquicias en todo el país.
“Todo chico de 12, 13 y 14 años quiere ser jugador profesional. Empiezan por el colegio, los campeonatos internos, y los más destacados van a hacer pruebas en distintos clubes. La ‘U’, Alianza y Cristal se presentan como los mejores equipos en menores; pero son demasiado competitivos. Semanalmente llegan chicos mejores que tú y te sacan”, asegura César ‘Chalaca’ Gonzales, director deportivo de Sport Boys y dedicado toda una vida al fútbol de menores.
Guillermo Esteves, jefe de la Unidad Técnica de Menores (UTM) de la Academia Cantolao, afirma que el gasto promedio mensual de un padre de familia para enviar a su hijo a una institución deportiva es alto. “No lo veo como una inversión. En promedio, el gasto que hace un padre de familia para que su hijo pueda competir es más de 500 soles al mes entre matrícula, uniforme, pensión y pasajes. Y de acuerdo a nuestra economía, no todos pueden darse ese lujo”, expresa.
Para contrastar lo dicho por Esteves, Depor pudo averiguar los precios de las mensualidades de los cuatro clubes arriba mencionados y las categorías que ofrecen durante el año. Eso sí, a estos montos hay que adicionarle los costos de la matrícula (que va desde los 120 hasta los 150 soles) y del uniforme (que va de los 75 a 80 soles).
Si el gasto mensual es en promedio 500 soles, ese monto se convertiría en 6 mil soles al año. No obstante, para un chico de 6 o 7 que debe mantenerse en las divisiones menores hasta los 17 y luego pasar a reserva, la cifra se multiplicaría por más: 60 mil soles en diez años. “Ojo, a esto no le estamos sumando los gastos en nutrición y psicología que todo chico debe tener para convertirse en profesional”, agrega Esteves. La cifra es mucho mayor.
Sin embargo, de acuerdo al jefe de la UTM de Cantolao, no todas las instituciones ofrecen a los menores el paquete completo de formación; es decir, la parte técnica, táctica, física, psicológica y nutritiva en conjunto. “Hay instituciones que te brindan ciertas cosas, como lo académico y deportivo; pero otras no. Lamentablemente, no tenemos un control de apoyo a las divisiones menores”, explica Esteves.
Por su parte, José Chacón, representante de futbolistas como Miguel Trauco, hoy en el Saint-Étienne, señala que es difícil establecer un costo promedio de inversión en menores. “Depende mucho de la posición económica del jugador. Pero dentro de eso, hay factores que son importantes en la formación. Está lo psicológico, nutrición, gimnasio. Todo eso va sumando. El abanico es muy grande y el monto crece”, indica.
Lo ideal es que el menor reciba todo eso desde temprana edad y las instituciones cumplen un papel clave en ese sentido; sin embargo, casi nadie lo hace. Si echamos un vistazo al panorama completo, “solo clubes como Sporting Cristal, Alianza Lima y Universitario tienen un trabajo planificado para sus divisiones menores, donde los preparan para la alta competencia”, afirma ‘Chalaca’ Gonzales. No obstante, para un chico de 12 años, por ejemplo, cuyos padres apenas pueden pagar una escuela de fútbol en su barrio, llegar hasta aquí es complicado.
Según la FPF, son más de 160 mil niños y jóvenes los que entrenan y compiten cada año en los torneos de menores. “En el fútbol de hoy es casi imposible que un jugador llegue a Primera División sin un proceso formativo”, sostiene Óscar Ibáñez, director de las escuelas de fútbol con su nombre e integrante del comando técnico de Gareca en la bicolor.
Hay distintas etapas para la formación de un menor de acuerdo a su edad. Esteves considera que, antes de los 10 años, los chicos reciben las nociones básicas del fútbol en las academias. De los 10 hasta los 11, agarran ritmo en una escuela de fútbol. Entre los 12 y 13 años, empiezan a competir en los torneos federativos. A los 14 y 15 años, se va observando quiénes tienen proyección de acuerdo a sus características de juego y pueden llegar a reserva. “Ya en esta etapa la competencia es mucho más dura”, detalla.
Pero la realidad es dura. A pesar de las buenas intenciones y el sueño de los chicos en querer ser futbolistas, la parte económica golpea directo a la cara. “El 80% de los chicos se subvencionan gracias a los padres, y ellos dan de acuerdo a sus posibilidades económicas. Tenemos un gran déficit en menores. Solo hay casos puntuales donde los chicos no aportan dinero, sino que lo hacen las instituciones; y, por lo general, son las instituciones grandes”, cuenta Esteves.
El profesor Gonzales, por su parte, revela que en ocasiones él mismo debe poner de su bolsillo para ayudar a sus jugadores. “Yo debo ayudar a mis jugadores con pasaje, a encontrar una cancha para ir a entrenar, a organizarnos para ir a la playa y entrenar. Me está pasando y lo sufro con los chicos. Ellos empiezan a entrenar a las 7 de la mañana, se levantaron a las 5 a.m., tomaron el carro a las 6 a.m. y no desayunaron. ¿Hacia dónde estamos apuntando?”, afirma.
Y casi siempre, ese problema genera otro mayor: la pérdida de nuevo talentos. “Para que de menores suban a reserva y de reserva a Primera División, es un paso muy difícil. ¿Cómo te vas hasta Campo Mar o hasta el Bentín a entrenar; o hasta Pachacamac, donde entrena Municipal, si la mayoría de familias son de condiciones humildes? No tienes esa oportunidad, entonces se van perdiendo los buenos valores. Y los que sí llegan, hacen un esfuerzo enorme”, comenta Gonzales.
“No todos los chicos con talento van a tener las condiciones económicas para solventar ese tipo de gastos. Entonces, no solo alcanza con tener talento, hay que apoyarlo. ¿Cuántas instituciones en el Perú le dan beca a esos chicos? A mis jugadores les ponía de ejemplo a Christian Cueva dentro de lo bueno y lo malo. Es un talentoso. Hay muchos Cueva en nuestro fútbol, pero no todos tienen el mismo respaldo”, agrega Esteves al respecto.
¿Qué sucede con los menores que sí llegan a Primera División? En algunos casos, debutan con el primer equipo, destacan y logran ganarse un nombre en el medio local; pero, en otros, enfrentan una barrera más grande: las pocas oportunidades que reciben en su club.
“El medio peruano no obliga a que los clubes hagan debutar a chicos de 16, 17 y 18 años en Primera. Acá no hay entrenadores dispuestos a hacer debutar a juveniles. A nadie le importa, prefieren traer un extranjero. Prefieren un extranjero de 19, 20 y 21 años y hacerlo debutar aquí, porque las bases de la FPF lo permiten. Eso es un pecado mortal. Y no interesó el jugador peruano que tanto esfuerzo hizo para venir a entrenar, pagar su pasaje, se fue a jugar a Lurín o a Pucusana, y fue ascendiendo en el club”, reclama ‘Chalaca’.
En ese sentido, se hace muy difícil para un menor de 10 años crecer, desarrollarse y convertirse en un futbolista profesional a los 18. Y no solo por la parte económica, que de por sí ya es significativa; sino también por el poco apoyo que recibe desde que pone un pie en una institución deportiva. El problema es grande y el costo es alto. Considerando esto, ¿está dispuesto a recorrer ese camino para cumplir el sueño? Saque usted su propia conclusión.
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