MUNDO
Donbas: un año con los sonidos de la guerra y el reclamo que logró cambiar una alarma
En Kramatorsk, los silencios duran poco. Se convive con la muerte como una posibilidad cotidiana: “Si te tiene que tocar, te toca”.
(Kramatorsk, enviado especial). Si uno perdiera la audición en medio de la guerra, la situación sería otra. El viento cruzado del invierno combinado con el estallido de la artillería, sumado a los fogonazos de las AK-47 o de los misiles Himars, la forma en que tiembla el piso cuando algo sale, o la forma en que retumba cuando algo cae… todo eso pueden terminar por volverte loco.
Sin embargo, los soldados ucranianos ya ni giran la cabeza cuando se escucha un estallido. Todos por la zona del Donbas repiten la misma fórmula mágica: “Si te tiene que tocar, te tocará”; “Si te cae uno encima, es tu destino”. Es la forma en la que enfrentan una de las tareas más duras que puede tener un ser humano: exponer su vida en el frente.
En Kramatorsk hoy se ve casi exclusivamente soldados. Sigue siendo una ciudad viva, hay transporte público, alguna gente camina por la calle, pero los vehículos que se mueven están casi todos afectados a la guerra. Y los que no, atravesados por ella. Difícil decir cuántos quedan de sus 150 mil habitantes, muchos se fueron y otros pasan su vida recluidos en sus casas. El silencio los acompaña poco, algunas noches son más tranquilas pero casi siempre suena una sirena o dos, y los más prudentes bajan al refugio. Hasta hace unas semanas, la sirena de alerta duraba todo el tiempo de la amenaza, pero nadie lo soportaba. Fueron tantas las quejas que decidieron hacer sonar dos veces cada alarma: una al comienzo del posible ataque y una al final. De este modo, los vecinos pueden escuchar algo más que el sonido de la guerra, pero ahí están los autos que pasan raudamente haciendo sonar la nieve; ahí están los tanques que marchan golpeando el asfalto; ahí está la artillería, a lo lejos, o cada vez menos.
En Bakhmut, a 50 kilómetros por ruta pero aproximadamente a 30 en línea recta, la situación es dramáticamente peor. Quienes siguen viviendo allí es porque decidieron a conciencia poner en riesgo su vida. Ya ni las ONG encargadas de la evacuación tienen permiso para entrar, solo pueden llegar hasta los pueblitos vecinos, que también reciben bombardeos, y donde suenan estruendos constantemente. Es que en el Donbas queda claro más que en ninguna otra zona del país que la de Ucrania y Rusia está siendo una guerra protagonizada por la artillería. Por eso, al no tratarse de armas de demasiada precisión, la destrucción se esparce por cada rincón que linda a una batalla.
Según el informe oficial que distribuye el ejército ucraniano, al día 362 de guerra, las batallas continúan a gran escala en todo el frente sureste del país. Rusia se centra en destruir infraestructura ucraniana crítica para el funcionamiento del Estado y bombardea sin pausa tanto formaciones militares como pequeños poblados en disputa. El reporte entregado el 20 de febrero incluyó 10 ataques de misiles, 25 ataques con aviones y 62 ataques con MLRS (lanzacohetes múltiple). Los mayores esfuerzos de las tropas invasoras se concentraron en Bakhmut, Kup’yansk, Lyman, Avdiivka y Shakhtarsk, y mantienen sus intentos por avanzar en la región de Kharkiv, Donetsk y Lugansk.
Por otro lado, denuncian las Fuerzas Ucranianas que en las zonas ocupadas de la región de Kherson, los rusos instalaron edificios administrativos donde estarían llevando a cabo detenciones de ciudadanos ucranianos acusados de cooperar con las Fuerzas de Defensa de su país. Es algo que ya han denunciado muchos habitantes de poblados que fueron ocupados por los rusos y luego recuperados. Los golpes, los encarcelamientos y los intentos por organizar elecciones apresuradas son algunos de los ítems del manual de uso de los soldados del Kremlin.
Por el lado de la defensa, la aviación ucraniana realizó 20 ataques en un solo día: lanzaron 7 misiles antiaéreos y derribaron otros dos objetos en el aire, además de un avión Su-25, dos aviones Orlan no tripulados, y 2 drones kamikaze. Ese saldo es al 20 de febrero, pero se actualiza cada mediodía, en un intento de demostrar al mundo su capacidad de daño si se los ayuda con armamento.
En lo que va de la guerra, a pocos días de llegar al primer aniversario, las fuerzas ucranianas estiman que Rusia ya perdió 143.680 soldados, 3.316 tanques, 6.553 vehículos blindados, 2.334 sistemas de artillería, 471 lanzacohetes múltiples (MLRS), 243 sistemas de defensa aérea, 299 aviones, 287 helicópteros, 873 misiles crucero, 18 barcos y 5.209 vehículos a combustible. Como acostumbra, el Kremlin no informan sobre sus propias bajas, es una política del gobierno para mantener alta la moral de la tropa y no dar precisiones sobre el estado del ejército.
Lo que nadie sabe es cuándo dejarán de sonar las sirenas de la guerra, cuándo será el día en que el silencio ya no sea una amenaza inquietante a la espera de saber si era o no tu destino, y pasará a ser, una vez más, la simple forma de la calma.